★★★
(Puente de espías)
USA: 2015, 136 min.
Clasificación: B
Director: Steven Spielberg
Guión: Matt Charman, Ethan Coen, Joel Coen
Con: Tom Hanks, Mark Rylance, Austin Stowell, John Scott Sheppard, Amy Ryan, Sebastian Koch, Alan Alda, Dakin Matthews.
Thriller. Drama. Histórico.
Steven Spielberg es conocido por dos cosas: sus divertidos blockbusters y sus dramas lacrimógenos. Bridge of Spies se encuentra, sorprendentemente, en un punto intermedio. Es como el hijo de Munich y Catch Me If You Can, aunque nunca consigue balancear ambos tonos: a veces resulta muy seria y otras demasiado ligera. Aun así, el resultado es entretenimiento ameno y técnicamente impecable.
Rudolf Abel (Mark Rylance) es capturado por la CIA, acusado de ser un espía soviético. El gobierno estadounidense le encomienda su defensa al respetado abogado Jim Donovan (Tom Hanks), para demostrarle al público su interés por la justicia (una farsa). La película sigue todo el involucramiento de Donovan en el caso de Abel: desde su fracaso en el primer juicio, hasta el momento en que --cuando un piloto estadounidense es capturado--, la CIA le encomienda negociar un intercambio de hombres, completamente secreto, en la recién dividida Berlín.
Aunque la historia real es fascinante, genera una estructura algo desenfocada para una película A veces parece que el guionista Matt Charman (que recibió ayuda de los hermanos Coen) intenta estar en todas partes. Esto disminuye la tensión en la segunda mitad y genera episodios poco interesantes. Particularmente, el filme palidece cuando Donovan y --en especial-- Abel no están en pantalla.
Hanks está muy correcto como Donovan (toda comparación con James Stewart es adecuada). Su encanto e incorrompible sentido de la moralidad, hacen un personaje con el que es fácil empatizar. Extrañamente, la película lo pone muy pocas veces en peligro, lo que, de hecho, hace que nos preocupamos menos por él de lo que deberíamos. Intuimos que nada malo va a pasarle. Quien sí nos importa es Abel. Su presencia es un misterio: parece bondadoso y brillante, no un peligro, y Mark Rylance, en una implosiva y muy matizada interpretación, se roba toda la película.
De hecho, uno de los puntos más interesantes que aborda la película es la diferencia entre URSS y USA. Spielberg parece sugerir que, realmente, lo único que los distinguía era el bando, pues ambos luchaban con sentido patriótico. Ambos lados tenían gente honorable, gente deplorable y todos los puntos intermedios. Donovan y Abel son las pruebas claras. No obstante, en vez de ahondar sutilmente en este planteamiento, Spielberg conjura varias escenas que abusan de obvias (un par de paseos en tren son el ejemplo más desesperante).
Mínimo nomínenlo al Oscar. Por favor. |
Sin manipulación no hay Spielberg, dicen. Y, como en todas sus películas, su equipo detrás de cámaras es excelente. La recreación histórica es elegante y ambienta muy bien a la historia (gran colaboración entre el diseñador de producción Adam Stockhausen, la vestuarista Kaisa Walicka-Maimone y el equipo de efectos visuales). El estilo típico de Janusz Kaminski genera un ambiente noir muy apropiado. Y la música de Thomas Newman canaliza al tradicional John Williams, aunque no es un trabajo memorable.
Varios han llamado a Bridge of Spies una entrega menor en la obra de Spielberg. Para mí es una especie de cierre a la trilogía (imaginaria) que empezó con War Horse y Lincoln, en la que se dedicó a contar historias pequeñas dentro deguerras grandes. Es cierto que le falta el aura de urgencia que tienen sus mejores dramas, o el ritmo ágil de sus blockbusters. Sin embargo, es un gran homenaje al cine clásico, contado con claridad, un estilo elegante, y atención al detalle. Recomendada.
Lo Mejor: Mark Rylance debería estar nominado al Oscar. Excelente diseño de producción y vestuario. La escena inicial es magnífica. Inesperado y cálido sentido del humor. Los estadounidenses no son retratados como héroes indiscutibles.
Lo Peor: Intenta cubrir mucho y a veces pierde el foco. Los momentos de mayor seriedad son demasiado escasos, y se sienten fuera de lugar. Algunos comentarios sociales, aunque bienintencionados, son demasiado manipuladores y obvios. The standing man too much.