★★★
USA: 2017, 105 min.
Clasificación: A
Director: Michael Gracey
Guión: Bill Condon, Jenny Bicks.
Con: Hugh Jackman, Michelle Williams, Zac Efron, Zendaya, Keala Settle, Rebecca Ferguson, Paul Sparks.
Musical. Drama.
USA: 2017, 105 min.
Clasificación: A
Director: Michael Gracey
Guión: Bill Condon, Jenny Bicks.
Con: Hugh Jackman, Michelle Williams, Zac Efron, Zendaya, Keala Settle, Rebecca Ferguson, Paul Sparks.
Musical. Drama.
Showman cree fervientemente en su mensaje: debemos aceptarnos a nosotros mismos y valorar lo que somos. Esta idea resuena en cada nota de las 11 magníficas canciones originales compuestas por Benj Pasek y Justin Paul (⅔ del equipo de La La Land). Cada vez que los personajes se detienen a cantar nos transportan a un universo lleno de vida, que nos hace creer y sentir… sin embargo, como película no es realmente buena.
La historia de P.T. Barnum (Hugh Jackman) suena --en papel-- a una excelente película: hijo de una familia pobre, huérfano a corta edad, se enamora de una mujer rica (Michelle Williams), consigue casarse con ella, arriesga todo, hace un espectáculo controversial, se vuelve exitoso… es algo que hemos visto un millón de veces. La idea de hacerla un musical también es brillante: es una manera de incorporar orgánicamente el espectáculo de Barnum al filme, usando música contemporánea completamente nueva como contraste a la ambientación de época y reflejar el espíritu innovador de su protagonista. Tristemente los realizadores se quedaron a medias: la parte musical es un triunfo; las escenas dramáticas y el desarrollo de la trama, no tanto.
Ninguno de los personajes --ni siquiera el showman del título-- está escrito con suficiente profundidad; son más una serie de tics y características físicas que seres humanos. El guión de Bill Condon y Jenny Bicks se rehusa a explorar los distintos matices y contrastes que hubieran hecho de la historia más rica e interesante (la fascinación --y básicamente abuso-- de Barnum hacia sus ‘freaks’, su relación con la cantante Jenny Lind [Rebecca Ferguson], y, no sé, ¿cómo es que los protestantes estaban siempre de público del show que tanto odiaban?). Las escenas dramáticas se sienten demasiado falsas y cliché, y en particular los dos romances parecen completamente obligados, a pesar de que Michelle Williams y Zendaya dan todo su corazón en roles completamente genéricos.
Sin embargo, todo esto desaparece en los números musicales. Filmados con gran energía por Seamus McGarvey y con un sonido completamente inmersivo; Michael Gracey encuentra un delicado balance entre el musical clásico y la sensibilidad contemporánea. Aquí las emociones, aunque excesivas hasta el punto de la cursilería, son reales y todo el elenco hace un gran trabajo para venderlas con convicción. The Greatest Show es una magnífica obertura, Never Enough es una hermosa power-ballad, y el dueto Rewrite the Stars es tan buena que casi te hace creer que hay química entre Zefron y Zendaya. Mi número preferido es definitivamente This is Me (cantada por Keala Settle, la mejor intérprete de todo el reparto) en el que los personajes marginados se arman de valor para desafiar al mundo a quererlos tal y como son.
La película es más o menos igual: no le importan sus imperfecciones, sus diferencias, o sus problemas. Te reta a quererla como es y te recuerda que, tal vez, deberíamos juzgar un poco menos a los demás (y a nosotros mismos, de paso). Al menos yo disfruté de The Greatest Showman y salí del cine más feliz que como entré. Si eso era suficiente para Barnum, es suficiente para mí.
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