lunes, 19 de noviembre de 2018

Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald


★★ 

Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald
USA: 2018, 135 min.
Clasificación: B
Director: David Yates
Guión: J.K. Rowling
Con: Eddie Redmayne, Jude Law, Johnny Depp, Katherine Waterston, Zoe Kravitz, Dan Fogler, Callum Turner, Alison Sudol, William Nadylam, Claudia Kim, Ezra Miller….
Fantasía. Acción. Aventura.


Nadie puede cuestionar la habilidad creativa de J.K. Rowling para construir y expandir su universo mágico. Su imaginación siempre nos ha cautivado y en la segunda entrega de Animales Fantásticos le da rienda suelta. Sin embargo, la capacidad narrativa con la que construía misterios, así como el cuidado con el que revelaba las motivaciones sus personajes, están sorprendentemente ausentes. ¿Recuerdan los 7 libros que tardamos en entender a Snape? Adiós a esa sutileza y sorpresa. Ahora tenemos revelaciones, cambios de alianzas y throwbacks cada 5 minutos. El único propósito de Los Crímenes de Grindelwald es plantear muchos pretextos para que haya otras tres películas en la serie.


La trama es demasiado complicada para ser tan sencilla: todo el mundo va a Paris en busca de Credence (Ezra Miller, atrapado en un personaje unidimensional), el poderoso oscurus de la última película que ahora quiere encontrar a su verdadera familia. Newt Scamander (Eddie Redmayne), enviado por Dumbledore (Jude Law, explotando su carisma), va para protegerlo. La auror norteamericana Tina Goldstein (Katherine Waterston) --crush de Newt-- va para atraparlo. El ministerio de magia británico va para destruirlo… aunque también envían a un terrorífico cazarrecompensas a hacerlo. Hay un hombre árabe (William Nadylam) que parece querer matarlo por una posible conexión con la familia Lestrange, quien, por cierto, está por unirse a la familia Scamander con el matrimonio de Leta (Zoe Kravitz) --que antes tenía un crush por Newt-- y Theseus (Callum Turner), quien, sorpresa, trabaja en el ministerio. Ah, igual regresan Jacob (Dan Fogler) y Queenie (Alison Sudol), y luego aparece Nagini (Claudia Kim) en forma humana…. BASTA.


Y eso que aún no mencionamos al villano, Gellert Grindelwald (Johnny Depp), el temible mago mitad Hitler mitad Donald Trump, que quiere reclutar a Credence a su lucha para derrotar a Dumbledore --con quien alguna vez fue “más que amigos”-- y así cumplir su misión de oprimir a los humanos no mágicos “por el bien mayor”. Interpretado por Depp con frialdad e inteligencia, Grindelwald resulta fascinante porque es imposible leer. Igual que Dumbledore (pero en malvado). La relación entre estos dos genios es uno de los aspectos más interesantes que toca la película, aunque jamás se molesta en profundizar más allá de un teaser.


De hecho, el problema de la película es que, aunque hay demasiadas cosas ocurriendo --y sí, muchas son entretenidas-- todo es superficial. Los personajes son peones que se mueven y hacen lo que el guión les dice que hagan. Explican su historia personal cuando ya nada tiene sentido para la audiencia. Lloran cuando está señalado. Cambian cuando el guión lo indica. Las piezas deben estar acomodadas de cierta forma para la siguiente película. Rowling lo hace a como dé lugar y, tristemente, pierde todas las oportunidades para generar momentos centrados en emociones reales. Ni siquiera la dramática música de James Newton Howard o las exageradas decisiones de cámara del director David Yates (o sea, agradezco cualquier extreme close-up a Zoe Kravitz, pero tenía que ser tan obvio?!) pueden generar sentimientos auténticos.

La verdadera magia de Harry Potter siempre estuvo en el cariño que teníamos a sus personajes, gracias, en gran parte, al respeto con el que los escribía Rowling. Aunque Los Crímenes de Grindelwald está llena de embrujos y promesas a futuro, resulta una experiencia nada encantadora. Ojalá que la saga de Animales Fantásticos encuentre su verdadera magia pronto. (Y dejen de tener miedo a mencionar explícitamente que Dumbledore era gay).


Dumble...DAMN

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