USA: 2018, 120 min.
Clasificación: B15
Director: Felix van Groeningen
Guión: Luke Davies, Felix van Groeningen
Con: Steve Carell, Timothée Chalamet, Amy Ryan, Maura Tierney, Christian Convery, Oakley Bull.
Drama. Biopic.
Los dos protagonistas de Beautiful Boy buscan a Nic Sheff sin mucho éxito. David (Steve Carell), su padre, intenta rescatarlo de su adicción a las drogas para recuperar al hermoso chico que era antes. Y el joven Nic (Timothée Chalamet) quiere encontrar un pedazo de sí mismo que no aún entiende: felicidad, gozo, un propósito, romper las expectativas asfixiantes de su familia… quién sabe; lo único que lo satisface son las drogas.
En cierta forma, la película entera también parece una búsqueda: los flashbacks y flashforwards algo desordenados (reminiscentes a lo que consiguió --con más éxito, en mi opinión-- Alejandro G. Iñárritu en 21 Gramos) cortan libremente a la emoción. No hay una lógica racional, sino emocional. La estructura no se interesa en brindar explicaciones a la adicción de Nic, porque, muy probablemente no las hay. Ésa es una de las tragedias de Beautiful Boy: lo importante es el tortuoso camino de ambos personajes para darse cuenta de que todos sus intentos quizás no sirven de nada.
He señalado anteriormente cómo las historias de adicción son, por naturaleza, repetitivas. Aquí, la propuesta narrativa del director y guionista Felix van Groeningen logra mantener cierta impredictibilidad la mayor parte del tiempo, aunque creo que la película es 10 ó 15 minutos demasiado larga. He leído que su acercamiento no lineal ha causado confusión en algunos espectadores, que consideran el material un tanto frío y distante. A mi parecer, el resultado es una transparencia de las asociaciones mentales y sentimentales de sus personajes, sin necesidad de caer en melodrama (aunque el soundtrack sí llega a ser un tanto exagerado, a pesar de su gloriosa selección musical).
El reparto está comprometido a esta misma honestidad emocional. Steve Carell balancea con delicadeza la calidez y desesperación paternal en David. Es una dolorosa interpretación internalizada, que nos deja ver sus ilusiones desplomarse poco a poco. Amy Ryan tiene un tiempo en pantalla muy limitado (algún día le daremos el respeto que merece), pero es emotiva en el papel de la madre de Nic. Maura Tierney está fantástica como la segunda esposa de David, que ama al otro hijo de su marido pero no va a permitir que su mal ejemplo afecte al resto de su familia (Christian Convery y Oakley Bull dan dos de las interpretaciones infantiles más naturales que he visto).
Sin embargo, la película funciona principalmente por Timothée Chalamet. Como ya demostró en Call Me By Your Name, es un actor que parece habitar las emociones. Nunca lo vemos actuando, sino viviendo. Su Nic Sheff duele tanto porque Chalamet nos muestra con igual convicción su sensibilidad y su ansiedad, su carisma y su ira, lo que pudo haber sido y lo que tristemente es. Las escenas con él y Carell son los puntos más altos de la película porque encapsulan el dolor de esta historia: dos personas que buscan un momento ya perdido, que sólo encuentran los restos de lo que alguna vez fueron, y aprenden que no tienen el poder para ayudarse a regresar.
Beautiful Boy podrá ser un filme poco convencional pero es imposible ignorar el impacto que deja, incluso días después de que sus créditos terminen (y por favor quédense los créditos completos para escuchar una excelente declamación de Bukowski). Ya dénle un Oscar a Chalamet antes de que algo molesto como Gary Oldman pase.
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