viernes, 22 de enero de 2016

The Revenant

★★★ ½


(Revenant: el renacido)
USA: 2015, 158 min.
Clasificación: B15
Director:  Alejandro G. Iñárritu
Guión: Alejandro G. Iñárritu y Mark L. Smith
Con: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter, Forrest Goodluck
Drama. Western.



Hay películas que se ven y películas que se viven. The Revenant pertenece a esta última (y especial) categoría. Es una experiencia inquietante y completamente inmersiva (sin necesidad de estupideces como salas 4D). Aquellos que se se perturban con facilidad deberían mantenerse lejos de esta: desconoce el significado de ‘piedad’. Es brutal, sí, pero también está llena de belleza. No encontrarán nada igual en el cine, ni ahora ni en algún otro momento.

Alejandro G. Iñárritu (recién ganador del Oscar por Birdman) estaba empeñado en lograr un realismo nunca antes visto. Viajó a los extremos del mundo para conseguir suficientes meses de invierno. Se rehusó a usar efectos por computadora para mejorar los paisajes, por lo que puso a sus actores en medio de bosques y glaciares. Filmó en secuencia a pesar de la impracticidad. Decidió --junto al siempre confiable fotógrafo “Chivo” Lubezki-- emplear únicamente luz natural para grabar con la nueva cámara digital 6.5K de Arri. Excedió su presupuesto de $60m, elevándolo hasta los $135m…


Y los resultados son espectaculares. Cada uno de los retos rindió frutos invaluables. La historia de Hugh Glass no sería nada sin ellos. Glass (DiCaprio) es un hombre fronterizo en USA durante los 1820s, que durante una expedición para conseguir pieles, fue atacado salvajemente por un oso. Sus compañeros, perseguidos por nativos americanos, optan por dejarlo atrás, dándolo por muerto. Pero Glass sobrevive, y --herido y sin recursos-- emprenderá el viaje de regreso al grupo para vengarse de Fitzgerald (Tom Hardy), el hombre que lo abandonó y es responsable de la muerte de su hijo (Forrest Gooluck).

Se supone que esta será la película que le ganará a Leonardo DiCaprio su deseado Oscar. El papel exigió grandes retos al actor: largas jornadas en el frío, comerse un hígado crudo, actuar dentro de una piel de caballo, y fingir ser atacado por un oso (la mejor y más tensa secuencia de todo el año, una proeza de fotografía y efectos visuales). Su interpretación se nutre de esto, transmitiendo una fuerza primaria y un instinto de supervivencia inusualmente viscerales para el actor. Es una lástima que Glass esté escrito con sólo una emoción: “URGHHH”. Es un personaje plano y DiCaprio no puede traerle complejidad emocional más allá de sus (conmovedores) gemidos.


Personalmente, quedé más sorprendido por el trabajo de Tom Hardy. Como Fitzgerald, el actor explota su fisicalidad y voz para crear una presencia amenazante. Sin embargo su personaje no es ‘malvado’, sólo un hombre pragmático y un tanto mezquino. Fitz ha pasado por mucho, y hay algo en la mirada de Hardy que revela lenta y devastadoramente los restos de un hombre que ha sido golpeado por la vida. Tristemente, el guión decide abandonar toda la complejidad del personaje en el último tercio de la historia, para configurarlo como un villano más tradicional.  

De hecho, el último tercio de la película empieza a hacer evidentes algunos problemas que existieron desde el principio. Con una duración de 2 horas 40 minutos, hay varias escenas que ya se sienten repetitivas, especialmente hacia el final. Una pequeña subtrama sobre la esposa muerta de Glass, contada en un estilo Terrence Malick espiritual (Iñárritu ya había intentado esto antes, en Biutiful) no termina de cuajar con la dureza del filme y falla en crear un vínculo más profundo con el personaje. Y, a pesar de que tenernos en el borde de nuestros asientos todo el tiempo, la historia tiene poca resonancia emocional. Empatizamos con el dolor físico del personaje, pero no conectamos con él, ni con su súbita sed de venganza.


No obstante, las imágenes y sonidos nos mantienen pegados a esta magnífica experiencia cinematográfica. El compromiso del crew se extendió a cada área. Mucho se ha dicho del genio de Lubezki, y merece todos los superlativos del mundo. Pero también hay que acordarse del equipo de diseño y mezcla de sonido, que complementan el realismo de las imágenes, ofreciendo complejos sonidos naturales que pasan de tranquilizantes a amenazantes en sólo un segundo. Asimismo, integran a la perfección la atmosférica música de Ryuichi Sakamoto, Alva Noto y Bryce Dessner que complementa la frialdad del paisaje sin llamar la atención. Vestuario, props, maquillaje, todo lo demás encaja a la perfección con el resto del rompecabezas.  

Con permiso de Leo, The Revenant es realmente un showcase de Iñárritu como director. Es testamento de su persistencia (o necedad), y de la fuerza de su visión. Tomó miles de riesgos, confiando en que sabía lo que hacía, y, al final, demostró que estaba en lo cierto. Todos admiten que el rodaje fue un infierno, pero ahora él los está llevando al paraíso de los premios y nominaciones. Como película, es una experiencia densa y pesada que no será del agrado de todos, pero, definitivamente, debe ser una cita indispensable para cualquiera que sea fan del cine.





Lo Mejor: Memorable. Experiencia visceral, casi física. Cada uno de los departamentos técnicos está impecable (además de Lubezki, duh, destaco mucho la edición y el sonido). Actuaciones comprometidas. El oso.


Lo Peor: Transforman a un antagonista fascinante en un villano estándar. Es 15 minutos demasiado larga. Poca resonancia emocional. ¿Y Powaqa?

Paréntesis: No quiero vivir en un mundo que ya no pueda bullear a Leo por su obsesión con ganar un Oscar. Además, siendo honesto (y ya vi a los cinco candidatos al premio) Michael Fassbender ofrece un personaje más complejo y matizado en Steve Jobs. Aunque Leo está muy bien, su personaje no es complejo. Nadie ha jadeado, gemido y gruñido como él, eso sí.


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