miércoles, 13 de enero de 2016

The Big Short

★★ ½

(La gran apuesta)
USA: 2015, 127 min.
Clasificación: B
Director:  Adam Mckay
Guión: Adam Mckay, Charles Randolph
Con: Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling, Brad Pitt, Finn Wittrock, Hamish Linklater, John Magaro.
Comedia.


Hay películas inteligentes y películas que aspiran a ser inteligentes. The Big Short pertenece a este segundo grupo. Es una comedia sobre la crisis financiera de 2008 y sigue a tres grupos de personas que, contra todo pronóstico, lograron anticiparse y aprovecharse de ella. Lo admirable es que, en vez de diluir la situación, el director-guionista Adam Mckay hace un enojado intento por explicarnos por qué ocurrió todo. El problema, simplemente, es que un mal maestro.

Director de comedias absurdas y simpáticas como Anchorman, Mckay es increíble haciendo filmes entretenidos. Testamento de ello es que, a pesar de toda la jerga financiera, The Big Short mantiene nuestra atención y logra hacernos reír. No obstante, los tecnicismos son excesivos y Mckay se resiste a ser claro. Con esta película busca hacer su primera ‘comedia seria’, pero cree que, para ello, debe sonar y parecer inteligente. Es un profesor snob que desde la primera clase usa terminología demasiado sofisticada sin importarle que sus alumnos no entiendan.


Sus intentos para simplificar las cosas (incluyendo una magnífica secuencia con Margot Robbie) no funcionan para hacernos entender, sino para demostrar cuán ingenioso es. Recurre a un sinfín de recursos: freeze frames, ruptura de la cuarta pared (cuando un personaje te habla ti a través de la cámara), texto en pantalla, secuencias de ensueño, flashbacks, material de archivo, historias paralelas… todos ellos en vano. Resultan entretenidas (algunas hilarantes), pero no claras. De hecho, el estilo cuasi-documental, el pésimo blocking de escenas, y la edición frenética ayudan sólo a desorientar y sacar de la historia. (Y antes que alguien me diga que esa era la intención, sólo vean Mad Max para que vean como se puede lograr ‘locura’ sin sacrificar claridad visual).

La mezcla es, aun así, única y nos mantiene atentos a la pantalla todo el tiempo. Las tres historias paralelas arrojan diferentes perspectivas sobre los orígenes de la crisis. Una sigue al genio excéntrico Michael Burry (Christian Bale, que aparentemente recibirá otra inmerecida nominación al Oscar por esto) quien invirtió millones en la posibilidad de que el mercado de las propiedades cayera. Mark Baum (Steve Carell) y su equipo, que notan inconsistencias en el mercado gracias al banquero Jared Benett (Ryan Gosling, imposiblemente sobreactuado). Y un par de nerds (Finn Wittrock, John Magaro) que quieren hacerse ricos.


Aunque las tres líneas narrativas mantienen siempre un gran impulso, ninguno de los personajes tiene algún tipo de desarrollo o vida emocional --excepto el de Carell--. Son meras caricaturas exageradas e intercambiables, cuyo único pretexto es abordar la crisis financiera. Es imposible no compartir la ira de Mckay y su co-guionista Charles Randolph por toda esta situación. Nos sobran motivos. Pero es más imposible empatizar con alguien en la pantalla. Además, su resistencia a cambiar el tono o el ritmo de la película la hacen cansada y redundante hacia el final.

Quería que me gustara The Big Short. La disfruté, sí, pero mi reacción, más que nada, fue irritación. Tiene algunas secuencias magníficas, pero se mantiene estancada en el mismo punto, y a pesar de tener casi diez co-protagonistas no tiene ni un sólo personaje genuino con quién empatizar.  Agradezco el reto en estos tiempos de Star Wars IV.2, pero una película verdaderamente inteligente no debe recurrir a tanta exageración para impresionar o hacerse entender. Digo, en 2010, el documental ganador del Oscar Inside Job trató más a fondo la crisis. Y, ahora que lo pienso, con su gran humor, estilo excesivo, e interminable información, The Big Short pudo haber funcionado mil veces mejor como documental.



Lo Mejor: Siempre energética y entretenida. Demanda atención. Se resiste a sacrificar la complejidad del tema.

Lo Peor: Se resiste a ser accesible. Los personajes son caricaturas sin profundidad. Sorprendentemente monótona y repetitiva. Después de la primera hora los chistes pierden su novedad y el reparto empieza a cansar.

Paréntesis: Sospecho que el verdadero director de The Big Short (o como me gusta llamarle, American Hustle 2) es David O. Russell. Seguro recibe muchas inmerecidas nominaciones al Oscar.

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