Green Book: una amistad sin fronteras
USA: 2018, 130 min.
Director: Peter Farrelly
Guión: Nick Vallelonga, Brian Hayes Currie, Peter Farrelly
Con: Viggo Mortensen, Mahershala Ali, Linda Cardellini, Dimiter D. Marinov, Mike Hatton.
Biopic. Comedia.
Green Book es un ejemplo de cómo las buenas intenciones no necesariamente hacen buenas películas. Seguro, es entretenida. Claro, su mensaje es positivo. Sí, Viggo Mortensen y Mahershala Ali comparten una gran química. ¿Y qué? Aunque cumple increíblemente bien con su agenda poco ambiciosa, también es una propuesta increíblemente segura, tradicional (parece producida en los 80s), simple, visualmente genérica, sin ideas nuevas o propuestas narrativas.
Es una especie de Driving Miss Daisy al revés: Tony Lip (Mortensen), un italo-americano racista y agresivo, se vuelve chofer de un culto pianista afroamericano, el Dr. Shirley (Ali), para su gira en el sur (increíblemente racista) de Estados Unidos. En el camino aprenderán a entenderse y superar sus respectivos prejuicios hacia la gente de color. Y naturalmente se harán amigos.
Lo que más me llamó la atención en Green Book es su absoluta falta de sutileza. Todo debía ser notorio. Transparente. Explícito. Vaya, incluso hay un momento en el que un personaje sale a la lluvia únicamente para dar su monólogo triste (y ya luego vuelve a meterse). Es la primera película “seria” de Peter Farrelly y es claro que el director no tiene la seguridad de trabajar con subtexto.
Es una tristeza para los actores, en especial para Mahershala Ali (la única nominación al Oscar que yo le daría al filme), cuya sutileza e internalización se ven agredidas por escenas demasiado obvias. Viggo Mortensen se beneficia más de este enfoque superficial, pues su papel es ridículamente ignorante (estilo Una pareja de idiotas, también de Farrelly), aunque lamentablemente al final parece más una broma que un humano.
Lo que salva a la película son estos dos intérpretes (y Linda Cardellini, desaprovechada en el tradicional papel de esposa soporte) que se rehúsan a ceder ante el guión manipulador, que elevan sus escenas tan obvias con honestidad y carisma, y que disfrutan de los chistes aunque estén anunciados mucho antes de llegar al punchline.
Pero, bueno, la mayor parte de la sala de cine estaba muerta de risa. E incluso escuché a una señora salir diciendo “estuvo bien bonita, ¿no?”. Ahora que lo pienso, quizás el tema es que Green Book está dirigida a los Tonys del mundo: gente que requiere un contundente golpe en la cara para entender (o recordar) que el racismo es malo. Lo triste es que no haya sido escrita por un equipo de Don Shirleys. Esa hubiera sido una película más interesante, no solamente “bonita”.
¿El dos veces ganador al Oscar Mahershala Ali? |
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