★★★
USA: 2014, 148 min.
Clasificación: C
Director: Paul Thomas Anderson
Guión: Paul Thomas Anderson
Con: Joaquin Phoenix, Josh Brolin, Benicio Del Toro, Reese Witherspoon, Owen Wilson, Katherine Waterson
Comedia. Misterio.
Paul Thomas Anderson es uno de los mejores directores hoy en día. En cada película, el autor experimenta con las fronteras del cine “de Hollywood” para crear obras retadoras, interesantes y únicas. La divertida Inherent Vice --nominada a dos Oscar-- es su película más extraña y confusa --por eso sólo fue exhibida por UNA semana en el país--. Si bien no llega a la calidad de obra maestra que podría atribuirse a There Will be Blood o The Master, es, definitivamente, imperdible.
Las películas de misterio están plagadas de detalles importantes, que más adelante cobrarán importancia, y cada uno de los personaje está involucrado de alguna forma. No ocurre lo mismo en Inherent Vice. Hay un misterio muy enredado, sí, pero todo se complica más porque Doc (Joaquin Phoenix, lleno de intensidad y actitud), un investigador privado hippie, es un drogadicto paranoico. ¿Podemos confiar en todas sus sospechas? ¿Las pistas que sigue son las correctas? ¿Está complicando las cosas de más? Eso es lo divertido (y confuso) de la película.
Los Ángeles, 1970. Shasta (Katherine Waterson, magnífica), ex novia de Doc, va a pedirle ayuda para investigar una situación delicada: ella cree que la esposa de su amante millonario planea asesinarlo para quedarse con su dinero. Al mismo tiempo, uno de los guardaespaldas del magnate aparece muerto en el desierto… junto con Doc, que acaba ahí persiguiendo una pista. El teniente “Bigfoot” (Josh Brolin, hilarante), pedante y prejucioso, sospecha en Doc. Pero Doc asegura que todo es un complot de una maligna asociación llamada el Colmillo Dorado, que hace… ¿qué exactamente?
Inherent Vice habita entre neblina, humo de marihuana, y el sopor de otras muchas drogas. Es, en apariencia, clara y lineal… hasta que parece no serlo. Una de sus más potentes virtudes es la autenticidad y el mood de toda la película: cada set, locación, peinado, prenda, toma y accesorio no son sólo perfectas para el periodo, sino para la demencia y confusión de la historia. Los actores, también, aportan la combinación necesaria de locura y seriedad para crear un contraste divertido. Esta es toda una comedia; no de las “chistosas”, sino de las que requieren de observar para encontrar algo simpático.
Es muy cierto que Anderson favorece mucho más el estilo que el contenido en IV --aunque, con un trabajo fotográfico tan glorioso como el de Robert Elswit o un score tan groovy como el de Jonny Greenwood, es imposible culparlo por ello--. Tal vez, su error, fue limitar el desarrollo de sus personajes y la intensidad de sus sentimientos. Gran parte de su motivación o interés se pierde en la locura y la confusión. Pero, en parte, ese era el punto. Aunque sea por el estilo, vale la pena no perderse otra obra del maestro.
Lo Mejor: El estilo (semi)noir. Todos los actores hacen maravillas. Es gloriosamente extraña.
Lo Peor: Es fácil perderse entre tantos detalles. La sección central es muy lenta. La película es larga y eso se siente. Desapego con los personajes.
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