★★½
US: 2014, 94 min.
Clasificación: B
Director: Ira Sachs
Guión: Ira Sachs, Mauricio Zacharias
Con: Alfred Molina, John Lithgow, Marissa Tomei, Charlie Tahan
La belleza en Love is Strange es la naturalidad y honestidad que impera en cada cuadro. Es una historia de amor, salida de la vida real: personal, genuina, imperfecta, ridícula, sensible. No tiene una trama que se imponga a las convenciones románticas, más bien, la película es una serie de viñetas y momentos que retratan a sus personajes. Se nos permite un acercamiento más cotidiano a ellos, como si existieran de verdad.
Alfred Molina y John Lithgow hacen maravillas para que esto suceda. Sus interpretaciones son sutiles y en apariencia sencillas, pero esconden una fuerza y pasión intensas. Ellos son George y Ben, dos hombres que llevan cuarenta años de pareja, pero sólo ahora han conseguido casarse legalmente (viva el liberalismo neoyorkino). Los actores reflejan el tiempo que han pasado juntos con elegancia: un parpadeo, un gesto, o un silencio hablan más de ellos que todas sus líneas de diálogo. A esas alturas se conocen a la perfección. Ya han vivido mucho, ya están agotados, pero siguen queriéndose. Su matrimonio es sólo una pequeña ceremonia por formalidad.
Pero esto es lo que detona todos sus conflictos, pues, después de la boda, George pierde su trabajo como maestro de música en una escuela religiosa (¡PECADOR!). Esto coloca a la pareja en una situación económica precaria: deben dejar su apartamento y conseguir donde vivir. En lo que buscan, vivirán por separado: Ben con un sobrino y su familia; y George con unos amigos. Separados, echándose de menos, los dos contemplan las vidas de sus hospederos, y reflexionan sobre lo extraño que es el amor.
Tristemente, la película no llega tan alto como apunta. La historia se presenta en viñetas que muestran su día a día (en forma casi documental), pero jamás se hace un intento por conectarlas, por construir algo superior. Las escenas, aunque honestas, no crecen juntas. Como Boyhood, quiere (re)construir la vida a través de la cotidianidad, pero falla en mostrar su grandeza, su continuum: que existió un antes, que existirá un después, y que siempre existe el ahora. Se apunta a la idea de que cada persona tiene una historia grandiosa…. pero jamás se muestran sus aventuras, emociones o aprendizajes.
A pesar del desarrollo nada grandioso, Love is Strange sigue siendo un excelente ejemplo de cine naturalista e íntimo. No es un romance icónico e inmemorial, pero es un retrato hermoso de cómo es, realmente, el amor. Ira Sachs, guionista y director, tiene una sensibilidad innegable. Y Molina y Lithgow hacen maravillas juntos. Sólo por esto vale la pena verla.
Lo Mejor: Lithgow y (en particular) Molina. Genuinamente dulce y conmovedora. Alejada de (casi) todas las convenciones de los demás romances.
Lo Peor: Inmemorable. Algo lenta. Es inevitable sentir que la película quería decirnos más sobre la vida y el amor.